10 de junio de 2008

phalaenopsis

Esta mañana he quedado con una ex compañera del trabajo y me ha regalado una phalaenopsis de la que me he enamorado. La voy a llamar Julia, es tan bonita que se me merece un nombre.

Hemos puesto verde a la de siempre, a la que lleva el amargor como estandarte y se emborracha de su propio veneno. Sí, la doña flor, la botijo, la coliflor, la malfollá... y qué bien se siente una cuando la despelleja y hace jirones su ser, es la única manera de verla tambalear en el cosmos. Pues sí, nos hemos reído mucho de ella, debe tener los oídos que le estallan, claro, ahora lo entiendo, por eso toma tanto ibuprofeno y casi a diario... ¡menos mal que cuando vuelva al trabajo no la tendré que soportar las 7 horas y media! (aunque sí su sombra).

No hay comentarios:

Publicar un comentario