13 de junio de 2008

El legado de Vitruvio

Ayer lo pasé un rato mal cuando la operación bikini se interpuso en mi camino. Llegó un momento en que ya no buscaba que me gustaran los estampados o las rayas, sino que la braga tapara un poco si ese día no iba con ingles brasileñas y no dejara las lorzas campar a sus anchas. Yo la verdad es que estoy un rato buenorra pero ese estilo no me queda…
De eso que coges el mismo modelo pero otra talla más grande (o dos), no por si no te vale no, sino por si puedes dar el cambiazo, ya que la ley del bikini es que la braga del culo te quede pequeña, no sucede esto en la parte de arriba, que suele sobrar (también puede ser al revés, mujeres como Pamela Anderson son más bien escasas aunque los hombres piensen que son las que abundan).
Con tu manojo de bikinis enredados y conservando aún la esperanza, te metes en aquellos probadores que están iluminados como la enfermería y te pruebas ambas partes de ambas tallas, combinándolas… sales resignada pensando: pasaré otro verano más con el mismo bikini, y ya van cuatro veranos.
El mío tiene ya pelotillas y para que parezca diferente, le he puesto unas flores de ganchillo cosidas, este año pondré alguna más.
Continúo en búsqueda activa de bikinis con bragas un poco altas que no dejen ver el chichi.

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