29 de diciembre de 2008

Richwoman

Érase una vez una mujer que lo tenía todo. Tenía un marido que cuántas quisieran, un hijo y una hija, unos padres, un buen trabajo, un pisazo en Madrid centro y un chalet en la sierra sólo apto para los fines de semana, abrigos de pieles, ropa cara, cremas caras, se iba de viaje por el mundo cuando estaba estresada y se hacía operaciones por aquello de la estética, echaba el tarot y las cartas astrales por amor al arte, sostenía el cigarro en boca como fumadora social, y si acaso tomaba prozac porque estaba de moda…
Pero un día sin saber cómo, todo lo anterior lo perdió a cambio de: un divorcio, el distanciamiento de sus hijos, de sus nietos, la convivencia con su madre en el piso de su madre, 120 kilos, la ropa maloliente, la boca sin dientes, una enfermedad mental, el tarot telefónico para tener alguna fuente de ingresos y una habitación apestada de colillas e infectada de pastillas…
¡Quién te ha visto y quién te ve!

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