19 de septiembre de 2009

Felicidad

Cuando Richwoman desplegaba sus ganas de escribir en cualquier parte y sobre cualquier cosa. Sacado al azar de su Bla, Bla, Bla (1989-1990).

Felicidad

Era puta por vocación y porque valía para ello. Un día más jodido que otros se planteó: - that is the question, prostituirse para uno sólo o para varios-. Iba a casarse pero el panorama de los alrededores suburviales era como para dar palmas por el traje blanco.
Mujeres con niño-moco o niños-moco con mujeres; gordas viejas, los coños paridores amplios y vacíos con olor a hombre-taller, hombre-rancho…
Se rajó y decidió repartir sus encantos por la city, pero la ciudad estaba tomada por las putas, los maricones, los travestis, y las colegialas de sexo rosa y cálido.
No era una puta fina y le costó abrirse paso, de piernas no, en cualquier parte: descampados junto a la carretera de Castilla, coches Seat, Ford, todas las marcas. Se surtía de clientes tripudos, narigudos, sexo sin seso. Y era tan puta que sentía hasta placer, y era tan tierna que hasta se enamoraba. Podría decirse que se había abierto camino y una carrera, en la carrera.
Con el tiempo se arrugó. Pero todas se arrugan y consiguió comprarse un pisito tan de puta, que ni se molestaba en disimularlo. Cortinas de cretona, muñequitos riojanos, murcianos, caracolas y estrellas de mar, rojas, fucsias y amarillas. El gusto perdido; la hora perdida; la vida, según se mire.
Sigue fiel a sus principios, ni siquiera le tienta que la retire un señor de Barcelona. Es tan libre como puede y se vende como todos: a otra hora, de otro modo. Intercambiando humedades, necesidades y apremios. Un toma y daca. Tanto quieres, tanto te cuesta. Vida perra, de perra, que da perras. El goce por el roce.
La ciudad se mueve llena de mujeres.
La compra, el curre que realiza…
Mujeres en las tiendas y en los bares.
Las putas a lo suyo, por las calles.

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