
Abuela, te llevo puesta en mi muñeca. Tengo que darte cuerda todos los días. Y reluces incluso a la sombra. Cada vez que veo el reloj fuera de mi muñeca te visualizo, si me lo pongo me inserto en él, ¿no es curioso?. Desde pequeñita me gustaba tu reloj y te preguntaba por él. Tú me respondías: - bueno pues si eres buena y te portas bien el día de mañana será tuyo. -
Hoy es el día de mañana y debe ser que no me he portado tan mal. Aunque holgado, no he podido evitar ponérmelo para ir a trabajar y mirarlo a cada minuto. Hoy el tiempo ha trascurrido de forma diferente, tú estabas en mi muñeca...
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